Ejercer la Autonomia

Alberto Híjar.

 

    Con diferencia de dos horas, la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM albergó dos actos insólitos el jueves 4 de diciembre: la bienvenida a Lucía Andrea Morett y la recepción profesional de Alberto Torres Díaz en defensa de su tesis sobre Roque Dalton. Tienen de común los dos eventos la irrupción de una dimensión libertaria como ejercicio de autonomía universitaria usualmente reducida por el conservadurismo académico. Agravado por el posmodernismo, exige la exclusión de los movimientos populares para sustituirlos por seguimientos elementales y atrasados de ideologías eurocéntricas perpetuadotas del colonialismo. La consigna post de nada vale, todo vale es sustituida por la de sólo vale lo proveniente de los centros del poder imperial.

    El acto presidido por el director de la Facultad de Filosofía y Letras, Ambrosio Velasco, incluyó a la Consejera Universitaria por el Colegio de Letras Dramáticas y Teatro y a quién esto escribe como director de la tesis de Lucía sobre teatro colombiano y movimientos populares. La bienvenida se asoció con la defensa de la autonomía universitaria y la libertad de investigación y cátedra que durante la ausencia de Lucía refugiada por el gobierno de Nicaragua, fueron argumentadas por el Consejo Universitario, el Consejo Técnico de la Facultad de Filosofía y Letras y la Rectoría de la UNAM, para escándalo del embajador de Colombia y de los periodistas sicarios empeñados en señalar a la UNAM como santuario guerrillero. Sin reproducción en los medios bajo control de los consorcios imperiales, los pronunciamientos institucionales prueban la dignidad contra la virulencia de los reaccionarios vertiendo calumnias y dislates en los noticieros, en columnas periodísticas con patrocinios empresariales y cristeros y en la omisión de la Cancillería de México tolerante de los ataques infundados a la UNAM y a distinguidos intelectuales por los representantes del gobierno colombiano desesperado en su debacle actual. Por esto resultó sorprendente la presencia de numerosas cámaras, micrófonos y grabadoras en la plataforma preparada para la prensa para que al final de las bienvenidas pudiera preguntar. La primera intervención fue de una televisora colombiana interesada en saber la posición de Lucía sobre la campaña de liberación de rehenes de las FARC-EP encabezada por Ingrid Betancourt, la famosa rescatada por el ejército colombiano no sin violar los convenios internacionales al usar la insignia de la Cruz Roja Internacional para proteger sus helicópteros. En tono sorprendentemente moderado, Lucía respondió apoyando la liberación de los rehenes y lamentando que la campaña no se extienda hacia la liberación de los cientos de presos políticos maltratados por el gobierno de Colombia al privarlos de sus derechos elementales a diferencia de lo declarado por Ingrid Betancourt al mencionar la atención médica, la dotación de un diccionario que necesitaba mientras estuvo como rehén. Televisa y otros medios la interrogaron con evidente intención provocadora sin conseguir más que la tranquila firmeza de la joven pasante de Letras Dramáticas y Teatro quien explicó el interés intelectual de sus compañeros Juan, Fernando, Verónica y Soren para aceptar entusiasmados la invitación al campamento del Comandante Raúl Reyes. Ahí podrían conocer un poco de la música, la poesía, los cuentos, la inclusión de la dimensión estética en la formación guerrillera, con lo que alimentarían de manera decisiva sus investigaciones. La masacre del 1º de marzo en Sucumbíos impidió todo esto y significa para Lucía Andrea una sucesión de traumas físicos y psicológicos profundos como determinantes del duelo pero también de la decisión de seguir adelante en la investigación y desarrollo de una línea de investigación necesaria como prueba de que no todo son cotizaciones de la bolsa y ceses masivos de trabajadores.

    Los actos de la Facultad de Filosofía y Letras tienen como antecedente inmediato la recepción en el aeropuerto de la viajera acompañada desde Managua por sus padres y dos diputados y un senador perredistas solidarios a título personal. La escolta improvisada por estudiantes y miembros del Comité del 68 logró protegerla de la violencia de los reporteros que lesionaron a puntapiés y rodillazos a algunos de los compañeros. La desconsideración del estado físico de Lucía Andrea con esquirlas que ya no le serán extraídas e ingestión de medicamentos necesarios,  no impidió la agresión de reporteros acostumbrados a disputar en manada, la nota del día. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el viernes 5 pidió la palabra en una presentación de publicaciones pirateadas por el Comité del 68 para recordar la puesta en escena cuando tenía 7 años de edad y había formado con sus compañeritas el grupo Hijos de Tlatelolco. Recordó un poema dedicado a un niño vietnamita nacido y muerto en un bombardeo yanqui que su memoria le repitió durante el horror de las once bombas de fragmentación disparadas desde la base yanqui de  Manta, Ecuador que anticiparon  el ametrallamiento de helicópteros colombianos  y el posterior remate de sobrevivientes por el ejercito colombiano. Sobreviviente de esta infamia no deja de pensar en sus queridos compañeros por lo que habrá de seguir adelante para reactivar la Cátedra Libre Simón Bolívar y profundizar en la cultura libertaria de Nuestra América como llamara Martí al proyecto de naciones  la encuentro de la emancipación definitiva. Rita del Castillo, madre del masacrado Juan González, entregó un ramo de flores a Lucía Andrea a nombre de los padres y familiares de los otros dos compañeros y de Verónica también asesinada, para reiterarle frente a la comunidad universitaria su calidad de hija de todos ellos. La familia le ha crecido a Lucía Andrea.

 

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