CANTO LIBERTARIO

CANTO LIBERTARIO.

Alberto Híjar.

Faltaba presentar el libro sobre Judith Reyes de Liliana García en el Museo de las Culturas Populares de Coyoacán que estuvo en reparación. Al fin estuvimos ahí el domingo 22 la autora, Jorge Velasco historiador y músico del canto de batalla, Francisco Barrios el legendario Mastuerzo y yo. Hice notar la mutilación de mi texto introductorio por los editores de La Rana del Sur que cortó el argumento principal sobre el sentido histórico y social odiado por los sabihondos de las academias y los periodistas culturales fresas. Son capaces de dar cuenta de todos y cada uno de los oficiales pasos de Fuentes o Monsiváis a cambio de ignorar del todo las movilizaciones populares contestatarias. En diciembre del año pasado, el famoso Manu Chao tocó en San Salvador Atenco, se quedó a conversar con los vecinos agraviados, desparramó sencillez solidaria y no mereció una sola nota de prensa. Y es que dicen los sabihondos que están hartos de exigirle al canto y los signos visuales su articulación con los movimientos sociales. Como si estuviéramos inventando la importancia social de Timbiriche y RBD con todo y manipulación política por la paz mientras los crímenes de Estado crecen por todas partes. Del TRI ni se diga: lléguenle al precio y tocará en actos de propaganda de quien sea. La sordera histórica y social es tan grave que también hay que borrar el pasado o reducirlo a cúmulo de errores. Un editor cultural, José David Cano, publicó a regañadientes mis notas sobre el ignorado centenario de José Chávez Morado, el décimo aniversario de la muerte de Mario Orozco Rivera y la exposición de la Casa Roja. Los pintores fueron comunistas, promotores culturales muy activos contra el imperialismo y los gobiernos corruptos, significaron las derrotas y los triunfos populares, Chávez Morado le fundó a Guanajuato importantes museos, por lo tanto, hay que borrarlos dicen los sabihondos de pacotilla.
Según esto, la historia debe quedar como relato débil de las peripecias del Estado y las instituciones empresariales. Pero los siglos pasados fueron tiempos de luchas populares donde la oratoria, el canto, la danza, la poesía, la literatura y la música, construyeron los sujetos históricos y sociales. Empobrece y deforma la historia de la segunda mitad del siglo XX, la supresión de los artistas integrados a las luchas populares. El párrafo que me cortaron mis amigos de Cuernavaca habla del canto urgente descrito y hecho por Quilapayún para la unidad popular en Chile. De las marchas de entonces, al menos el pueblo unido jamás será vencido sigue sonando en las movilizaciones aunque nadie sepa su origen. Es como el rostro tzotzil grabado por Mexiac en 1954 como denuncia de la invasión yanqui a Guatemala que desde el 68 se convirtió en icono combativo. Estas apropiaciones del poder popular fueron claras para la Junta Militar asesina del presidente Salvador Allende en Chile a la par que cortaba las manos al distinguido cantor Víctor Jara para después prohibir el toque del bombo y la quena. De aquí la importancia de que una joven y bella investigadora haya historiado los andares de Judith Reyes para contribuir a dar cuenta de los tiempos y espacios ignorados por sabihondos encerrados en sus confortables estudios. Judith practicó el periodismo compañero de las luchas populares de México y el mundo, fundó el periódico Acción en Chihuahua, colaboró con las revistas POR QUÉ? y POR ESTO! y exiliada en Europa hizo tal labor al lado de personajes como Nelson Mandela que es la única mexicana con disco en la importante serie francesa Chants du Monde.
La historia no ha sido en América una sucesión de gobiernos, tratados, proclamas, planes y decretos, sino que frente a los crímenes de Estado siempre ha habido respuestas significantes constructoras de poder popular necesario. Si de esto sólo malinforman los noticieros “cuando estamos muriendo o matando”, como dice el Subcomandante Marcos, no se sigue que haya triunfado RBD y no la rebeldía en serio. Aunque disminuido y acallado el canto libertario sigue dando el tono de la lucha popular. Por esto es importante atender lo que pasa en la calle y en la plaza y no sólo en las finas alfombras tras las cortinas de las oligarquías.

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