Sabines Censurado

SABINES CENSURADO.

Alberto Híjar.

Empeñado en lavar su imagen represora, el gobierno de Chiapas usa la figura de Jaime Sabines. Sobrino del poeta, el gobernador intercala entre actos demagógicos, simulacros de apoyo a campesinos y liberación de unos cuantos presos políticos, el homenaje al poeta fallecido hace diez años. Ha pagado costosos suplementos especiales en periódicos diarios, incluido el de la izquierda universitaria y en él, el dedicado a la memoria del poeta con sesudos artículos genealógicos reproduce algunos de sus poemas y recuerda las tumultuosas presentaciones en el Palacio de Bellas Artes y en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM donde grandes pantallas y bocinas satisficieron a los centenares de jóvenes que no cupieron. Todo esto ignora que el Sabines priísta que fue diputado guiado por lo peor de su familia, es el mismo que se salva históricamente al haber celebrado a la Tía Chofi y al Mayor Sabines, a los Amorosos, a Tarumba y es el autor del maravilloso texto Horal. La expropiación de Sabines fracasa por el poder de su escritura y su firma. Es un caso como el de Balzac y Vargas Llosa quienes personalmente eran unos reaccionarios lo cual no impidió su capacidad de crítica a la vida cotidiana de la burguesía y en el caso del peruano-español la investigación y la crónica novelada de insurrecciones populares y personajes de la insurgencia histórica. Por esto es menester celebrar a Jaime Sabines de manera distinta a como lo hace el gobierno de su estado natal y las instituciones antipopulares que lo acompañan. Sigue su poema a Tlaltelolco 1968:

TLALTELOLCO 68

1

NADIE SABE el número exacto de los muertos,
ni siquiera los asesinos,
ni siquiera el criminal.
(Ciertamente, ya llegó a la historia
este hombre pequeño por todas partes,
incapaz de todo menos del rencor.)

Tlaltelolco será mencionado en los años que vienen
como hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero esto fue peor,
aquí han matado al pueblo;
no eran obreros parapetados en la huelga,
eran mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos de quince años,
una muchacha que iba al cine,
una criatura en el vientre de su madre,
todos barridos, certeramente acribillados
por la metralla del Orden y Justicia Social.

A los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y el pueblo se aprestaba jubiloso
a celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.

2

El crimen está allí,
cubierto de hojas de periódicos,
con televisores, con radios, con banderas olímpicas.

El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí.

3

Habría que lavar no sólo el piso; la memoria.
Habría que quitarles los ojos a los que vimos,
asesinar también a los deudos,
que nadie llore, que no haya más testigos.
Pero la sangre echa raíces
y crece como un árbol en el tiempo.
La sangre en el cemento, en las paredes,
en una enredadera: nos salpica,
nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.

La bocas de los muertos nos escupen
una perpetua sangre quieta.

4

Confiaremos en la mala memoria de la gente,
ordenaremos los restos,
perdonaremos a los sobrevivientes,
daremos libertad a los encarcelados,
seremos generosos, magnánimos y prudentes.

Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa,
pero instauramos la paz,
consolidamos las instituciones;
los comerciantes están con nosotros,
los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos,
los colegios particulares,
las personas respetables.
Hemos destruido la conjura,
aumentamos nuestro poder:
ya no nos caeremos de la cama
porque tendremos dulces sueños.

Tenemos Secretarios de Estado capaces
de transformar la mierda en esencias aromáticas,
diputados y senadores alquimistas,
líderes inefables, chulísimos,
un tropel de putos espirituales
enarbolando nuestra bandera gallardamente.

Aquí no ha pasado nada.
Comienza nuestro reino.

5

En las planchas de la Delegación están los cadáveres.
Semidesnudos, fríos, agujereados,
algunos con el rostro de un muerto.
Afuera, la gente se amontona, se impacienta,
espera no encontrar el suyo:
«Vaya usted a buscar a otra parte.»

6

La juventud es el tema
dentro de la Revolución.
El gobierno apadrina a los héroes.
El peso mexicano está firme
y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles
(¡Qué Olimpiada maravillosa!),
y ahora vamos a seguir con el «Metro»
porque el progreso no puede detenerse.

La mujeres, de rosa,
los hombres, de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que constituye la patria de nuestros sueños.

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