Efectos Secundarios

EFECTOS SECUNDARIOS

Alberto Híjar.

Irónicamente, Jacobo Silva Nogales pintó en la prisión de alta seguridad de La Palma, los efectos secundarios de las torturas a las que fue sometido durante las largas semanas de interrogatorio militar y policíaco. La ironía reside en mostrar los daños físicos de larga y muy penosa duración tales como la doble visión. Es igual en la guerra de Irak donde la denominación es aplicada como referencia a la devastación de poblados enteros con todo y muertos, mutilados, huérfanos y enloquecidos. Un racionalismo brutal procura limitar el asunto a cifras, gráficas y porcentajes. Las fotos y los reportajes filmados dan cuenta de los dolores y a veces, de los cinismos criminales de los yanquis torturando árabes. El efecto es el desinterés como costumbre incapaz de indignación o asombro apenas alertada por las secuencias comentadas en las redes electrónicas. La conmiseración predomina entonces sobre la indignación y orienta la impunidad de los responsables. Así es la vida, así es la muerte, no hay de otra.
Revisando revistas viejas de los ochenta, encuentro artículos de Asa Cristina Laurel sobre el estado de desastre de la salud pública en esos años. Lejos estaba entonces de imaginar que sería la responsable del ramo en el gobierno de López Obrador en el Distrito Federal. Ante una urgencia sanitaria, terminó llorando ante las cámaras de televisión por su impotencia. Ahora hay especial cuidado para que no ocurra algo semejante, salvo una que otra carta a la redacción denunciando malos tratos e irresponsabilidad de quienes no tienen tiempo de profundizar más allá de las rutinas médicas más elementales. Nada se dice de lo que ocurre ahí donde no hay médicos ni centros de salud ni nada. Tampoco hay quien informe sobre los efectos del retiro de los internos con obligaciones médicas escolares asustados por el peligro de contagio. Las universidades privadas Anáhuac, Iberoamericana y La Salle retiraron a sus estudiantes cuando más falta hacían en perfecta armonía con los restauranteros y empresarios turísticos opuestos al cierre de sus negocios y empeñados en descontar el tiempo no trabajado. Los galimatías aritméticos del Secretario de Salud y su jefe Calderón no incluyen los efectos de la disminución programada del personal sanitario para atender a los beneficiarios del Seguro Popular acrecentados con la alarma de la influenza. Nada tonto, Camacho Solís se atendió en Médica Sur donde hasta hotel de cinco estrellas hay, pero ni ahí ni en parte alguna hay laboratorios y bioquímicos capaces de aislar al virus por lo que hubo que recurrir a Canadá. Por supuesto hay bioquímicos capaces de esto y más pero no tienen oportunidad ni estímulo para influir en la pésima política de salud del Estado.
Obedientes, los trabajadores que no han parado usan tapabocas como amuleto porque nadie les dice que en todo caso debieran cambiarlo cada media hora porque si no, están acumulando y reproduciendo sus propias miasmas. De todos modos, el virus maligno no es del tamaño de una cucaracha, para no penetrar la malla de la tela. Una señora preguntó cada cuando debería lavar el artefacto y el médico prepotente respondió con una carcajada.
La información televisual, radiofónica y volanteada, repite medidas elementales mientras llegan las noticias de la suspensión de vuelos y de reclusiones obligadas de viajeros aéreos a China. Un grupo de latinoamericanistas invitados a un congreso en la Universidad de Alicante, han recibido en Barcelona la noticia de que no son bienvenidos y numerosos eventos culturales han sido suspendidos sin reposición posible. Héctor Reinoso, defensa central, agredió a un contrario chileno soplándole en la cara y lanzándole aire por la nariz. Será castigado mientras la mafia futbolera de América no sabe que hacer con los equipos mexicanos que ahora le redituarán mayores ganancias que las habituales.
Cunde el terrorismo de Estado replicado por el humor negro, se trata de impedir la crítica aunque Calderón llama a no salir de casa mientras estúpidos anuncios invitan a armar rompecabezas y en los kioscos alguien fatiga las recomendaciones oficiales ante calles desoladas. Pero el cerco se rompe el 1º de mayo con plantones denunciantes y numerosos turistas salen del D.F. para ser bien recibidos en Cuernavaca o Acapulco por los traficantes a pesar de todo.
Seguirán no menos de tres meses de controles internacionales donde saldrán a flote los efectos secundarios de la salud pública devastada por la privatización. El Comando Norte había ya advertido su disposición al control militar y al aseguramiento de fronteras. Sólo falta esgrimir el viejo pretexto de la protección a los ciudadanos y a las propiedades norteamericanas. La alternancia con la propaganda electoral la contamina del desastre y denuncia su oportunismo. Con los besos, los abrazos y los apretones de manos satanizados, sólo quedan las relaciones lejanas y asustadas y la certeza de que una vez que sea suspendida la alerta, las televisoras suspenderán la comunicación útil aunque sea de Estado para regresar a la idotización masiva.

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