Futbol y Soberanía

FUTBOL Y SOBERANIA

Alberto Híjar.

En los movimientos de liberación nacional la lucha por la simbolización es estratégica. Opone el sentido patriótico y nacionalista a la retórica neoliberal de las soberanías liquidadas por la globalización. También la izquierda radical reprueba los nacionalismos y recoge la bandera internacionalista tan cara a los revolucionarios antiimperialistas. Ahora, frente al Imperio como control financiero del mundo, poco sirven los nacionalismos. Pero justo es en la lucha por la significación y la simbolización en donde se concreta un punto social en defensa del Estado benefactor y populista. Hugo Chávez vende petróleo a Estados Unidos, ni modo, pero cada que puede levanta la voz bolivariana. Bueno sería cumplirle al Manifiesto Comunista donde dice que los proletarios no tienen patria (se las niega todo el tiempo) pero son la única clase capaz de concretar un proyecto nacional.
Es este un preámbulo necesario para manifestar el apoyo al fútbol boliviano. La FIFA pretende desafiliar a la Federación Boliviana o al menos prohibir partidos internacionales en canchas a más de 3 500 m. de altura. Como Estado soberano que lo es, la FIFA pasa por encima de leyes y reglamentos al propiciar los enormes contratos de los torneos mundiales y regionales donde mandan la industria del espectáculo y el turismo. Por esto la Olimpiada fue en Beijing con todo y su escandalosa contaminación en el Distrito Federal otra de las ciudades más contaminadas del mundo. En cambio, a Bolivia hay que vetarla. Evo Morales a quien le gusta el fútbol y lo practica, rápido se fue a jugar en las alturas andinas para probar que se puede y no pasa nada. El gesto es de soberanía nacionalista y patriótica, de derecho internacional para impedir la discriminación, pese a que el entrenador de Bolivia celebre enfrentarse al equipo dirigido por Ericson quien lo entrenó en su paso por Inglaterra.
Del equipo mexicano ni siquiera puede ya alegrarse el lugar de nacimiento de sus jugadores y qué bueno. Lo cierto es que está manejado como empresa donde Televisa es principal socio. Muy bien pagados, los jugadores juegan por México como lo hacen por algún equipo europeo o de los torneos en México. Hacen trampa cuando algo afecta sus intereses, como el capitán Rafa Márquez que se hace expulsar al final de los partidos perdidos para ganarse la suspensión y no tener que viajar de Barcelona a México o Estados Unidos. Para esta selección, por más patrioterismo concretado en los grotescos sombreros de palma, las camisetas verdes, las pelucas y cornetas y las pintas tricolores en los cuerpos, lo cierto es que lo más importante es el tiempo de transmisión televisual, los anuncios, la venta de recuerditos, las mil reproducciones de los jugadores, en fin, todo aquello que favorece el mercado de símbolos hasta la reducción del deporte a mercancía.
Por esto, ojalá Bolivia gane o empate porque para el país que tiró presidentes para elevar a un dirigente indígena al poder, el fútbol es cuestión de soberanía nacional que todavía cuenta porque el Imperio no se opone al imperialismo sino lo incluye. El derecho al fútbol, la expulsión de diplomáticos yanquis de la CIA, la defensa de la hoja de coca como cultivo tradicional, con causas concretas de lucha por la soberanía nacional constantemente amenazada por la dictadura global.

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