Dialéctica de la Solidaridad

DIALÉCTICA DE LA SOLIDARIDAD

Alberto Híjar.

Cuando los movimientos populares están activos con acciones espectaculares sea por los pequeños triunfos o por su resistencia a la represión, las solidaridades trabajan para difundir y animar la lucha. Pero cuando se prolonga la negociación, el triunfo se aleja y los trámites parecen no tener fin, la solidaridad disminuye. Entonces, las dirigencias se encapsulan y abandonan la autocomplacencia triunfalista para deprimirse ante la aterradora exigencia del largo plazo probablemente inútil.

Romper este remanso pantanoso es obligación de quienes asumen la solidaridad más allá del divertimiento pasajero para contribuir a triunfar sobre el Estado y sus recursos represivos. De aquí la necesidad de aclarar líneas de acción para el largo plazo, ese que consolida organizaciones o las reduce a dirigencias burocratizadas y a militantes autómatas. Frente a esto, las solidaridades se mueven con flojera y hastío, por obligación. La inutilidad de la lucha prevalece a pesar de que el Estado, sus caciques y sus oficinas de trámites hacen su trabajo represivo y favorecen la impunidad de los culpables y la protección de sus privilegios.

1. La agitación y propaganda es necesaria entonces y siempre así, articulada para el largo plazo, en campaña permanente y no en grito del día. Hemos visto movimientos coreando peligrosas consignas triunfalistas como “Ulises ya cayó” cuando el sátrapa oaxaqueño enfrentaba a la poderosa Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. A la larga, Ulises Ruiz apoyado por el experimentado PRI y los otros partiduchos negociadores y oportunistas con el PAN como partido de Estado, han acompañado hasta su fin al gobierno impune de Ruiz en Oaxaca. No es el único caso donde las tumultuosas movilizaciones resultaron insuficientes. De aquí la urgencia de líneas estratégicas del Plan Nacional de Lucha siempre pospuesto. La propaganda ha de incidir en la lucha contra el Estado y por una nación plena donde la representación no se enajene a instituciones espurias y caducas imposibles de rescatar con reformas políticas legalistas y estatólatras acordes con las cúpulas de privilegiados hostiles a la democracia directa, popular, plena.

2. Fundar instituciones para esta democracia de a de veras exige consolidar las escuelas de cuadros, los talleres comunitarios, los órganos de expresión colectiva. Ahí se aprenden a organizar y se reproducen las dirigencias para evitar los cacicazgos así sean de izquierda.

3. Articular la propaganda libertaria y las negociaciones con el Estado sobre la base de combatir la impunidad oficial y caciquil y el reparto de privilegios electoreros, conduce al encuentro con proyectos productivos. Las cooperativas no liquidan la propiedad privada pero la colectivizan y enseñan autogestión opuesta a las ganancias a toda costa.

4. Vincular, articular y fusionar en la lucha popular, vieja consigna del Taller de Arte e Ideología, es una línea estratégica para consolidar la resistencia al descubrir a las organizaciones compañeras dispuestas a seguir adelante sin parar. De aquí la articulación de luchas diversas que pueden llegar a la fusión, esa que intentan coordinadoras y frentes que no prosperan porque no cuentan con recursos de trabajo constante. Centralizar el mando con consejos realmente representativos es la garantía del trabajo de comisiones obligadas a informar periódicamente de sus actividades.

5. La riqueza de los usos y costumbres de las redes sociales electrónicas, de la gráfica libertaria desentendida del mainstream cultural, son un recurso de agitación y propaganda de alto poder por su arraigo popular basado en la rica imaginación de los artistas activistas en acción organizada y constante. La raíz anarquista antipartido y antiestatal se aviene con los proyectos populares autogestivos, los anima, les da sentido agitatorio y les descubre espacios de interlocución insospechados por quienes no tienen la capacidad innovadora de los activistas gráficos y pictóricos, en especial. Otras solidaridades son menos espectaculares.

6. Usos y costumbres exigen crítica y autocrítica. Contra la solidaridad como promoción del reventón y el desmadre, la que da el ejemplo de puntualidad, cumplimiento y registro de lo que se va haciendo y lo que va faltando, de los errores y los retrasos, contribuye a la emulación compañera para aprender y enseñar con el ejemplo colectivo. Esto organiza. Los mejores aportes materiales pueden no pasar de ahí sin el correlato del buen ejemplo.

7. Contra fundamentalismos autoritarios nada mejor que la historificación como fundamento para discutir lo que conviene. Cuando dicen las comunidades que no tienen historia, hay que descubrirles las fotos familiares, los diarios, los libros de actas, para articularlos a la historia regional y la historia nacional. Los mapas son un importante recurso para explicar los poderes territoriales y hacer ver la pertenencia al mundo.

Se trata en fin, de no dejarse vencer por las apariencias desesperantes e indignantes. Se trata de impedir la fatiga de las solidaridades y el encapsulamiento triste de las dirigencias.

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