La represión no cambia

LA REPRESIÓN NO CAMBIA

Alberto Híjar.

Hace un año, Carlos Montemayor escribió en San Cristóbal Las Casas, la presentación del Códice de Iztacmixtitlan de la investigadora sueca Brigitta Leander. Cita una ordenanza del virrey Luis de Velasco (1550-1564) donde dice: “que los susodichos sean compelidos a que se junten en el dicho sitio bajándose de las sierras a lo llano… en el sitio y parte donde se hace el monasterio como está proveído y mandado… que se junten con los demás derribándoles para ello las casas que tuvieren las tierras y en otros lugares ásperos de manera que no tengan ocasión de volver”. La investigación revela que “prender fuego a la vivienda de campesinos rebeldes ha sido en México un recurso recurrente durante 500 años”. Lo confirma la cita de Los de abajo sobre la incorporación de Demetrio Macías a la lucha armada. Escribe Mariano Azuela: “salieron juntos ella con el niño en los brazos. Ya en la puerta se apartaron en opuesta dirección. La luna poblaba de sombras vagas la montaña. En cada risco y en cada chaparro, Demetrio seguía mirando la silueta dolorida de una mujer con su niño en los brazos. Cuando después de muchas horas de asenso volvió los ojos, en el fondo del cañón del río se levantaban grandes llamaradas. Su casa ardía”.
En el Códice, al poder colonial lo significa un fraile rodeado por indígenas hostiles armados de macanas y piedras. El enfrentamiento es explicado por la ordenanza virreinal de someter a sangre y fuego a los resistentes a entregarse a construir el monasterio. Montemayor comenta además, el recurso colonial de reducir a aliados a pueblos enteros o a grupos beneficiados con el cobro de tributos a los rebeldes. Divididos los pueblos, la opresión y la represión quedan garantizados contando con el poder central. No menos de cuarenta años el PRI revivió estas practicas entre los triquis de Oaxaca.
“El paramilitarismo en pleno en Oaxaca y Chiapas, conserva los mismos rasgos históricos en México a través de cinco siglos”, dice Montemayor. La conmemoración de la Guerra de Independencia adquiere por esto una vigencia combativa. En necesario tenerlo presente a cinco años del fallecimiento de Efrén Capiz, el dirigente de la Unión de Comuneros Emiliano Zapata que tanto hizo por los campesinos de Michoacán solidarios entonces con sus hermanos de Chiapas. El Congreso Nacional Indígena tiene por tanto como escudo, la creación del Taller de Investigación Plástica con el pedernal en el centro de un puño cerrado exigido por los campesinos en lucha que aprobaron el signo combativo de la negra piedra de los códices si y sólo si va con el puño simbólico de la articulación de los dedos débiles en su aislamiento tornados fuertes y poderosos al volverse puño.

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