ÁFRICA PROFUNDA

ÁFRICA PROFUNDA

Alberto Híjar.

Un poco interrumpido por reportajes inteligentes y comentarios de cultos escritores ingeniosos, el escarnio racista futbolero atesta a las televisoras más importantes de payasos y payasas lamentables. Por esto importa dar a conocer al menos dos muestras de investigación respetuosa y solidaria sobre África en México.
Escrito en las nubes de Akuavi y Fabien Adonon se subtitula Inmanencia de la tradición oral en África negra. La inmanencia significa la cultura oral como un modo de ser que se apropia del universo de manera integral distinta al racionalismo característico de las influencias eurocéntricas. En una breve y sustanciosa introducción, el profesor Adonon cita a Marie Seller (2003) narrando los colores de África diversa y compleja al tener “todos los colores de la vida”. Del poema Halitos de Birago Diop, citado en el libro, tomamos su elocuente arranque: “oye más a menudo/a las cosas que a los seres/la voz del fuego se oye/escucha la voz del agua/oye en el viento/los sollozos del zarzal:/son el halito de los ancestros”. He aquí el guiarse por señales de la tierra, el cielo y los elementos naturales, esto que ha hecho la humanidad en toda su historia apenas interrumpida por 300 años del dominio racionalista.
Para decirlo negativamente, el peor camino para entender África, descontando el racismo vulgar televisual, es oponer sus culturas a la escritura y sus secuelas propias del saber eurocéntrico. En África “lo espiritual y lo material no están disociados; al pasar de lo esotérico a lo exotérico, la tradición oral sabe ponerse al alcance los hombres, hablarles según su entendimiento y desarrollarse en función de las actitudes de ellos. Es todo a la vez, religión, conocimiento, ciencia de la naturaleza, iniciación de oficios, historia, diversión y recreación” explica Amadou Hampaté Ba en la citada Historia general de África (1982) publicada por la UNESCO.
El libro de los Adonon trata los “Fundamentos cosmogónicos de la tradición oral”, aborda luego la canción de cuna, los relatos infantiles y el cuento como formas de literatura oral y sigue por el derecho como ejercicio de la justicia social para la paz donde la Palabra, síntesis de discusión y acuerdo, adquiere una dimensión moral práctica de constante construcción de los sujetos sociales y políticos con la economía comunitaria en resistencia contra el coloniaje capitalista. De aquí la medicina con una práctica de la salud distinta al mercado de los laboratorios globalizados y en relación profunda con la salvaguarda de la naturaleza. Por esto, una cultura de lo común, del engrupo donde la reproducción social está garantizada para todos. Excelentes fotografías a todo color de César Carrillo Trueba, muestran en el libro las tallas coloridas de la puerta del Palacio Real de Benin, cercano al lugar de nacimiento de Fabian Adonon y dan idea del hábitat, las casas, los gritos, esa especie de juglares narradores de los acontecimientos, los adivinadores, curanderos, mercados y fiestas. Una carga poética profunda está en toda esta plenitud en potencia como vida cotidiana. Sólo hay que sentir los cuerpos gráciles, los tocados suntuosos, los trajes coloridos, los tambores, flautas y pitos e instrumentos de cuerda con lejanas semejanzas europeas, los recursos de predicción adivinatoria, los amuletos como presencias de la naturaleza pródiga.
“Servirse de la verdad para llegar a la paz” prevalece como línea de acción comunitaria en los juicios orales, esos que el derecho mexicano quiere probar como si esto fuera suficiente para superar la corrupción clasista y racista. Sermón, perdón y seguimiento son los recursos del sentido reconciliador explicado por los Adonon para alcanzar la justicia como algo mucho más profundo y complejo que la letra escrita de las jurisprudencias. Vale aquí citar a Carlo Ginsburg diferenciando ésta de la justicia en el quehacer de los abogados y magistrados apegados a los textos y desinteresados de lo justo.
En 2009, Leticia Vieyra, recogió espinas, semillas, ramas y hojas secas en Johannesburgo, Pretoria y Kruger Park. Durante su vida reciente, lo mismo ha hecho en la selva y las playas de Tabasco y en la Sierra de Puebla. En San Pablito ha encontrado las grandes fábricas de papel amate para completar sus instalaciones que dan la necesidad de trabajar con amor la naturaleza hasta alcanzar la dimensión estética. Ricky Burnett dice desde Johannesburgo para el catálogo: ella redime fragmentos de lo marginal encontrando un sentido de belleza ahí…por marginal intento referirme al hecho de que ella se acerca a la naturaleza en lo más frangible (frágil), en el límite donde la naturaleza ha dejado la forma antes de que se desintegre en polvo”.
En la solapa de su catálogo, Leticia narra las dificultades para conseguir 160 mazorcas en Johannesburgo hasta que una vendedora cocinó los elotes que comieron los invitados casuales hasta producir el material para la instalación con los estudiantes de artes visuales de la Universidad de Pretoria. Lástima que las fotografías no den a entender la riqueza sensible de las instalaciones, los susurros, sus aromas, sus texturas.
Desde 1992, Leticia Vieyra no ha parado de producir instalaciones efímeras como Camino a Oriente hecha con esqueletos de nopal, papel amate, fuego y viento desplegados en más de un metro y medio de asombro visual y táctil en beneficio del amor por la unidad entre naturaleza y humanidad. La devastación planetaria con los ominosos desastres que ya no asombran a la humanidad desahuciada, encuentra en las Germinaciones de Leticia Vieyra una bella llamada de atención asumida por las lecciones de vida de África. Es necesario decir que la autora es maestra en artes visuales y médica con especialidad en pediatría por la UNAM, con todo lo que esto implica.
Hay quien reflexiona y difunde África con todo respeto y dedicación. Fabian Adonon es maestro en ciencias sociales titulado en París, coordinador del Seminario Permanente de Estudios Africanos y el de Literaturas Negroafricanas en la UNAM donde ha producido libros y antologías. Akuavi Adonon es maestra y doctora por la Universidad de París 1, profesora en la UAM Cuajimalpa y en el posgrado en derecho de la UNAM. Trabaja en el Laboratorio de Antropología Jurídica de París, todo como prueba del interés profundo por las culturas africanas. El fotógrafo César Carrillo es biólogo y maestro en antropología por la Universidad de París y además de escribir y publicar, dirige la revista Ciencias de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Son estos casos de transdisciplinareidad dignos de encomio por lo que aportan al conocimiento de la humanidad y la naturaleza urgidas de trabajos de conservación, restauración, significación y transformación profunda.

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