CRISIS Y SOBERANIA

CRISIS Y SOBERANIA

Alberto Híjar.

La masacre de Sucumbíos exige poner en crisis a la soberanía nacional. Concepto fundamental para los Estados-nación, parece perder importancia en la globalización capitalista donde la construcción del Imperio se basa en interdependencias donde nadie se salva. Incluso, hay quien sostiene que el imperialismo norteamericano no se manda solo y no se diga los europeos integrados en la Unión donde se acuerda parlamentariamente. Pero plantear así la situación histórica sería caer en el positivismo grosero siempre necesario al estatismo burgués donde el Estado-nación resulta la culminación de la historia de la humanidad. De ser esto válido, el Estado-nación actual fuerte y poderoso, habría superado la modernidad con su carga romántica de nacionalismo y soberanía para instalarse en la posmodernidad donde la plena liberación de los mercados hace de los negocios compartidos con los grandes consorcios, una constante guía de acción pragmática donde no caben romanticismos. Han quedado atrás el nacionalismo y la soberanía. Las divisas y las acciones de bolsa no tienen patria.
Sin embargo, la terca dialéctica histórica prueba el desarrollo desigual y combinado como presencia actual no sólo de la modernidad sino de la premodernidad. La crisis ha puesto de manifiesto la financiarización de la vida y con ella, la voracidad extrema de los especuladores sin clemencia al afectar los grandes consorcios y con ellos a los Estados socios en una red de complicidades sin fin. Los remedios resultan peores que la enfermedad porque de sacar riqueza de los pobres se trata para financiar a los ricos más ricos. Ya lo dijo Brecht: peor que asaltar un banco es fundar uno y ya se ve a Roberto Hernández tan campante recibiendo a los vacacionistas Sarkozy y Bruni para comentar en su isla privatizada sus compraventas del Banco Nacional de México (sic) con la anuencia del Estado. La soberanía por tanto, ha sido transferida como capacidad de hacer y deshacer con total impunidad.
La línea Bush no para porque la desfachatez criminal con que atacó a Irak y destruyó Yugoslavia sin aviso a la ONU tiene que seguir como imperialismo exigente de no quedar como un Estado más en el Imperio. De aquí aliados como Álvaro Uribe, el esforzado y muy apoyado por el gobierno yanqui hasta presentarlo como modelo ejemplar de demócrata. El juego con la soberanía que 1 debe violarse cuando de atacar un blanco estratégico se trata con el cuento religioso fariseo de que un bien mayor subordina a uno menor. 2 Los atacados y masacrados deben ser inculpados como parte de su aniquilamiento y 3 una soberanía superior, la del Imperio de la ley del más fuerte imperialismo, debe guiar los trabajos de los intelectuales y técnicos jurídicos orgánicos dispuestos para la persecución, la intimidación y si se puede, el aniquilamiento con pruebas válidas por su calidad moral farisea que anula las más elementales consideraciones técnicas.
La ilusoria computadora de Raúl Reyes ha estado siempre en garras del ejército colombiano fuera de la debida custodia para su validación legal. Pero la soberanía de Ecuador violada no impide que un fiscal de Sucumbíos declare culpables a las víctimas y exija castigo para las sobrevivientes. Todo vale en la posmodernidad incluyente de Estados como el colombiano en situación premoderna porque ha elevado el bandidaje más criminal a estructura de Estado patrocinador de paramilitares narcotraficantes y contrabandistas bajo control de una oligarquía proyanqui en constante reacomodo ante la evidencia de crímenes, fraudes y todo tipo de asociaciones delictuosas.
La necesidad premoderna llega a México y enraíza con su par, la democracia cristiana presidida en América por Manuel Espino, connotado militado de El Yunque. La premodernidad como secta clandestina patrocina a las organizaciones Mejor Sociedad Mejor Gobierno y Consejo Ciudadano de Seguridad con sus denuncias de hechos ante la Procuraduría General con dirigencia afín que acepta, calla y acecha para desproteger y amenazar a la sobreviviente de Sucumbíos y a los solidarios con el Encuentro Bolivariano de febrero de 2008 en Quito, para mantener la adhesión imperialista y contribuir así a la anulación de las soberanías nacionales. Todo lo contrario al Consejo de Defensa propuesto por el presidente de Brasil para prevenir ataques con apoyo de las bases militares yanquis. Doce países de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) han echado a andar en defensa de sus soberanías, coordinándolas y llamando a suspender el bloqueo yanqui contra Cuba, en fin, precisando la urgencia del nuevo organismo de consulta “ante situaciones de riesgo para la paz de nuestras naciones”. Las naciones, los pueblos y comunidades son la clave y en pleno ejercicio soberano del Estado se trata de reconocerlas como en toda constitución política moderna como soberanía propia del pueblo. Así, la soberanía de los pueblos aún puede quedar garantizada con un proyecto económico, político y militar a fin de no conculcarla en la manipulación financiera de la crisis. Y cómo el Estado mexicano está en babia no queda sino ser concretos y exigir justicia y democracia desde abajo y a la izquierda. Marcha la imparable intervención yanqui en todos los órdenes pese a la demagogia patriotera opuesta al internacionalismo anticapitalista, popular, democrático a fondo, o sea socialista.

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