Del Indigenismo y del Combate

DEL INDIGENISMO Y DEL COMBATE.

Alberto Híjar.
05/08/2009
La Universidad Autónoma Metropolitana ha honrado a Miguel León Portilla con el doctorado honoris causa por su aportación a la investigación histórica y por el lema de la institución: casa abierta al tiempo.
Sin duda justo, el nombramiento requiere de crítica que en nada disminuye méritos al reflexionar sobre el uso ideológico dominante de la obra del maestro. Me consta el menosprecio escandaloso de la tesis doctoral sobre La filosofía Náhuatl estudiada en sus fuentes (1956) que levantó la ira de los eurocentristas por atreverse a plantear una filosofía distinta a la nacida y crecida a partir de los fragmentos presocráticos griegos tal como programan los cursos seriados de historia de la filosofía en la UNAM. Eso, lo de lo de los náhuatls, no es filosofía sentenciaron, es literatura quizá interesante que nada tiene que ver con la construcción racional del universo asociadas a la ciencia y a la poesía. León Portilla defendió su tesis con discreción pero con energía y encontró una recepción entusiasta entre los historiadores soviéticos y de Oklahoma que tradujeron y publicaron su trabajo. Visión de los vencidos (1959) ha resultado un éxito editorial al reivindicar la voz de los conquistados. Cuenta en esta apropiación la dimensión estética de difícil crítica porque sería necesario el dominio del náhuatl aprendido por León Portilla con la guía del sacerdote Ángel María Garibay, gruñón preceptor según ha narrado don Miguel.
La repulsa eurocéntrica de la filosofía náhuatl en los sesenta descubrió la impostura intelectual de la filosofía de lo mexicano donde todas las vacas son pardas, desarrollada por un grupo de discípulos de José Gaos, el exrector de Madrid exiliado para abrir en México el interés por Heidegger y por dar razón de la identidad mexicana o americana como planteó con buena fortuna Leopoldo Zea. Lo mexicano resultó una noción rentable para ataviar conceptualmente a la institucionalización (revolucionaria claro) del Estado moderno. Los filósofos de la corriente alcanzaron fama y fortuna salvo las excepciones como Emilio Uranga, marcado por la leyenda de ser descrito por Gaos como el más brillante de sus discípulos y ¡vaya si lo era! Tuvo a su cargo un curso de filosofía contemporánea al que asistía tres o cuatro veces al semestre para deslumbrar por ejemplo, con las primicias de la obra de Wittgenstein o con la crítica de la ley del valor de Böhm-Bawerk. Jorge Portilla, también sin fortuna académica, escribió la Filosofía del relajo que sirvió para escarnecer al movimiento como relajo de la filosofía. De los demás, Luis Villoro atinó a escribir muy bien Los grandes momentos del indigenismo en México rescatado como obra fundamental a raíz de su militancia zapatista.
Mientras, la recepción de las investigaciones de León Portilla dio lugar a sus usos poéticos con una estética de conmiseración por los vencidos. El Museo de Antropología y luego el del Templo Mayor reciben con célebres frases sobre la caída de la gran Tenochtitlán. Cantos tristes acompañan la derrota y el recuerdo de las glorias arrasadas. El peso de esta ideología alcanzó al zapatismo con la exaltación marquista del indio como pequeño y humilde y por tanto portador de la verdad, la justicia y la belleza. A esta tesis se subordina la combatividad evidente del EZLN, única organización político-militar que ha declarado formalmente la guerra al Estado mexicano. El Subcomandante Marcos incorporó al discurso beligerante la ironía y una dialéctica en el umbral de la paradoja al manejar la máscara como necesidad para hacerse presentes, las armas como instrumento de paz y la renuncia al poder como condición del otro mundo posible. Todo con un español chueco para dar a entender el habla de los indios hasta alcanzar la solidaridad mundial.
Ezequiel Maldonado, un maestro-investigador de la UAM Azcapotzalco, llevó a un congreso de americanistas en Murcia, luego de vencer las precauciones del control del virus de la influenza, una ponencia sobre estos puntos acompañada por una exposición de las fotos que ha tomado en Los Andes y en Chiapas. Lo acusaron de racista al revés quienes se sintieron tocados por la reivindicación de los indios como sujetos combativos. Pero basta advertir lo ocurrido en Bolivia, Ecuador, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y la Huasteca para probar la nada sumisa palabra indígena. Estudioso del andino José María Arguedas y un poco del importante filósofo peruano Alberto Flores Galindo muerto a los cuarenta, Ezequiel Maldonado hace ver un discurso indígena aclaratorio de las razones profundas de su lucha por la emancipación sin paternalismos de Estado al que oponen sus modos de ser. Habrá que incorporar a esta reivindicación las reflexiones históricas teórico-prácticas de Álvaro García Liniera, actual vicepresidente de Bolivia al salir de la cárcel política por su militancia en Pachakutik. Escribió en la cárcel y publicó una importante reflexión sobre la forma valor y la manera como la producción comunitaria construye la alternativa a la ley del valor capitalista, esa condena al eterno retorno de mercancía-dinero-mercancía. Es necesario pensar en todo esto en la víspera del aniversario vigésimo sexto de fundación del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, esperanza del mundo al reivindicar otro uso nada derrotista de la obra fundacional de Miguel León Portilla justamente galardonado con el doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Explore posts in the same categories: General

Etiquetas: , , ,

You can comment below, or link to this permanent URL from your own site.

Deja un comentario