Gráfica Popular

GRAFICA POPULAR

Alberto Híjar.

Con buen tino, Lluvia Sepúlveda Jiménez anota en la cédula de sala reproducida en el catálogo, las vivencias libertarias de Arturo García Bustos que no serían significativas si no hubieran dado lugar a los grabados y estampas realizados con excelencia técnica y belleza formal. De aquí que la imagen del México postrevolucionario, título de su exposición en el Museo de la Estampa, sea de registro de movimientos populares diversos de los que sólo queda en pie Cuba y los movimientos magisterial, campesino y obrero.
La referencia a México está señalada con la amplificación del célebre grabado donde Zapata interpela con el dedo índice hacia el espectador al lado de la frase tu ¿que has hecho para defender las conquistas por las que nosotros dimos la vida?. Quizá resultó demasiado enérgica para algún burócrata como para incluirlo en el catálogo donde no existe. El Museo de la Estampa prefirió como emblema unas dinámicas calaveras en alto contraste con coyote al calce, una de ellas granadero pistola en mano contra la que sostiene el cuerpo yacente de un campesino. Demasiadas claves ojalá advertidas por quienes las ven como pendón en la fachada del museo y la portada del catálogo. La visión dominante impuesta por la publicidad el zapping impiden la recepción lenta y reflexiva.
Desde el Taller de Gráfica Popular al que perteneció desde su fundación en 1937, la obra de García Bustos es parte principal de la épica gráfica libertaria. Él atribuye a Leopoldo Méndez su desarrollo técnico, pero al incluir en la exposición una obra realizada con Adolfo Mexiac y Alberto Beltrán prueba el trabajo colectivo de una historia compartida hasta el punto del acuerdo sígnico. Para los detractores de visión rápida afín a la panfletaria propaganda dominante, todos los del TGP son iguales. Esta mala apreciación confunde el aire de familia sustentado en la linoleografía, con la individualidad creativa y evita comprender la dialéctica entre lo individual y lo colectivo. Sólo este punto hace importante la retrospectiva que abarca desde 1937 hasta 2003 anotado en una aguatinta y aguafuerte dedicada a Bagdad (Bush, Blair y Aznar).
En el uso de la complejidad aguafuerte-aguatinta destaca la serie dedicada a Cuba en 1960 con unas doce piezas. La sutil construcción de cuerpos y ambientes es un recurso distinto a la línea fuerte y el alto contraste del grabado en linóleo y tan enérgico como él. Al evitar las alusiones directas de la propaganda constructora del pueblo en lucha, la serie dedicada a Guatemala y a algunos héroes como Flores Magón, Rubén Jaramillo y su familia asesinados por el ejército, César Augusto Sandino y Patricio Lumumba, recurre al grabado en linóleo construyendo espacios complejos como las figuras en circulo y perspectiva (Esclavizando indígenas) o complicados con la selva (El fugitivo), con los restos del pasado maya (Como los antiguos dioses) o como trabajo campesino (Tierra en las manos labriegas) y los héroes como Morelos, Juárez y el compañero en prisión Siqueiros retratos en situación vital, el sacrificio de los Niños Héroes, el Abrazo de Acatempan, la Huelga revolucionaria de 1947 y los crímenes de Pinochet. No todo es denuncia sino trabajo y trabajadores del campo que exigen nombres tan precisos como United Fruit o Chesterfield anotado al lado del cantor de corridos, originalmente al margen de un texto. Lejos de la redundancia facilista, la litografía dominada es puesta al servicio de una poética con obras muy variadas, bellas todas influidas por el maestro en esta técnica fundador del TGP, Pablo O´Higgins, especialmente presente en la representación de la yunta jalada por un buey.
El grabado en madera no siempre es usado solo (Alto a los crímenes de Pinochet) sino ampliado con la linoleografía (Por la independencia de Puerto Rico). Las litografías como Anhelo de Paz son excelentes y sin colgarse de su agrupamiento en Los Fridos, reconoce como maestro a Diego Rivera muy cercano por la relación profesional con Rina Lazo la compañera de vida originaria de Guatemala, reproductora de Bonampak, pintora, muralista y colaboradora de Diego, activista ejemplar de las luchas populares que la pusieron al punto de la deportación en 1968 cuando sufríamos las dictaduras de Díaz Ordaz y la de Ydígoras en Guatemala. México postrevolucionario pues.
De aquí Zapata. Como Diego Rivera, García Bustos lo retrata en Campaña con traje de manta blanca a diferencia de los elegantes trajes de charro que lucía cuando posaba para los fotógrafos o tomaba la capital con Villa. La disciplina militante asumida por García Bustos, lo hace poner a los héroes en situación: Hidalgo frente a la inquisición, Jaramillo frente a su familia asesinada con la pirámide de Xochicalco como fondo, las luchas magisteriales y por la paz con los personajes compañeros, el Che en pie, Cárdenas niño en la Imprenta Popular, Morelos con uniforme militar guiando campesinos contra los saqueadores. Nada de cultos y duelos rígidos y oficialistas, sino héroes y tiranos en acción. En algunas obras, la tipografía cuenta integrada a los personajes como en América Latina revolución y también contra el imperialismo y sus personeros macheteados por trabajadores agrupados como poderosa entraña campesina, por ejemplo.
Bella de verse, la exposición de Arturo García Bustos es internacionalista, por Vietnam, Indonesia, Chile, el Congo de Lumumba, como prueba de que el nacionalismo socialista y comunista, es tan internacionalista como el proyecto del proletariado que ahora sólo es potencialidad capaz de asumir la frase del Manifiesto del Partido Comunista: los proletarios no tenemos patria (nos la arrebataron) pero somos los únicos capaces de construir un proyecto nacional. También en los signos posrevolucionarios.

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