Posted tagged ‘Adolfo Mexiac’

Gráfica Popular

May 5, 2010

GRAFICA POPULAR

Alberto Híjar.

Con buen tino, Lluvia Sepúlveda Jiménez anota en la cédula de sala reproducida en el catálogo, las vivencias libertarias de Arturo García Bustos que no serían significativas si no hubieran dado lugar a los grabados y estampas realizados con excelencia técnica y belleza formal. De aquí que la imagen del México postrevolucionario, título de su exposición en el Museo de la Estampa, sea de registro de movimientos populares diversos de los que sólo queda en pie Cuba y los movimientos magisterial, campesino y obrero.
La referencia a México está señalada con la amplificación del célebre grabado donde Zapata interpela con el dedo índice hacia el espectador al lado de la frase tu ¿que has hecho para defender las conquistas por las que nosotros dimos la vida?. Quizá resultó demasiado enérgica para algún burócrata como para incluirlo en el catálogo donde no existe. El Museo de la Estampa prefirió como emblema unas dinámicas calaveras en alto contraste con coyote al calce, una de ellas granadero pistola en mano contra la que sostiene el cuerpo yacente de un campesino. Demasiadas claves ojalá advertidas por quienes las ven como pendón en la fachada del museo y la portada del catálogo. La visión dominante impuesta por la publicidad el zapping impiden la recepción lenta y reflexiva.
Desde el Taller de Gráfica Popular al que perteneció desde su fundación en 1937, la obra de García Bustos es parte principal de la épica gráfica libertaria. Él atribuye a Leopoldo Méndez su desarrollo técnico, pero al incluir en la exposición una obra realizada con Adolfo Mexiac y Alberto Beltrán prueba el trabajo colectivo de una historia compartida hasta el punto del acuerdo sígnico. Para los detractores de visión rápida afín a la panfletaria propaganda dominante, todos los del TGP son iguales. Esta mala apreciación confunde el aire de familia sustentado en la linoleografía, con la individualidad creativa y evita comprender la dialéctica entre lo individual y lo colectivo. Sólo este punto hace importante la retrospectiva que abarca desde 1937 hasta 2003 anotado en una aguatinta y aguafuerte dedicada a Bagdad (Bush, Blair y Aznar).
En el uso de la complejidad aguafuerte-aguatinta destaca la serie dedicada a Cuba en 1960 con unas doce piezas. La sutil construcción de cuerpos y ambientes es un recurso distinto a la línea fuerte y el alto contraste del grabado en linóleo y tan enérgico como él. Al evitar las alusiones directas de la propaganda constructora del pueblo en lucha, la serie dedicada a Guatemala y a algunos héroes como Flores Magón, Rubén Jaramillo y su familia asesinados por el ejército, César Augusto Sandino y Patricio Lumumba, recurre al grabado en linóleo construyendo espacios complejos como las figuras en circulo y perspectiva (Esclavizando indígenas) o complicados con la selva (El fugitivo), con los restos del pasado maya (Como los antiguos dioses) o como trabajo campesino (Tierra en las manos labriegas) y los héroes como Morelos, Juárez y el compañero en prisión Siqueiros retratos en situación vital, el sacrificio de los Niños Héroes, el Abrazo de Acatempan, la Huelga revolucionaria de 1947 y los crímenes de Pinochet. No todo es denuncia sino trabajo y trabajadores del campo que exigen nombres tan precisos como United Fruit o Chesterfield anotado al lado del cantor de corridos, originalmente al margen de un texto. Lejos de la redundancia facilista, la litografía dominada es puesta al servicio de una poética con obras muy variadas, bellas todas influidas por el maestro en esta técnica fundador del TGP, Pablo O´Higgins, especialmente presente en la representación de la yunta jalada por un buey.
El grabado en madera no siempre es usado solo (Alto a los crímenes de Pinochet) sino ampliado con la linoleografía (Por la independencia de Puerto Rico). Las litografías como Anhelo de Paz son excelentes y sin colgarse de su agrupamiento en Los Fridos, reconoce como maestro a Diego Rivera muy cercano por la relación profesional con Rina Lazo la compañera de vida originaria de Guatemala, reproductora de Bonampak, pintora, muralista y colaboradora de Diego, activista ejemplar de las luchas populares que la pusieron al punto de la deportación en 1968 cuando sufríamos las dictaduras de Díaz Ordaz y la de Ydígoras en Guatemala. México postrevolucionario pues.
De aquí Zapata. Como Diego Rivera, García Bustos lo retrata en Campaña con traje de manta blanca a diferencia de los elegantes trajes de charro que lucía cuando posaba para los fotógrafos o tomaba la capital con Villa. La disciplina militante asumida por García Bustos, lo hace poner a los héroes en situación: Hidalgo frente a la inquisición, Jaramillo frente a su familia asesinada con la pirámide de Xochicalco como fondo, las luchas magisteriales y por la paz con los personajes compañeros, el Che en pie, Cárdenas niño en la Imprenta Popular, Morelos con uniforme militar guiando campesinos contra los saqueadores. Nada de cultos y duelos rígidos y oficialistas, sino héroes y tiranos en acción. En algunas obras, la tipografía cuenta integrada a los personajes como en América Latina revolución y también contra el imperialismo y sus personeros macheteados por trabajadores agrupados como poderosa entraña campesina, por ejemplo.
Bella de verse, la exposición de Arturo García Bustos es internacionalista, por Vietnam, Indonesia, Chile, el Congo de Lumumba, como prueba de que el nacionalismo socialista y comunista, es tan internacionalista como el proyecto del proletariado que ahora sólo es potencialidad capaz de asumir la frase del Manifiesto del Partido Comunista: los proletarios no tenemos patria (nos la arrebataron) pero somos los únicos capaces de construir un proyecto nacional. También en los signos posrevolucionarios.

Las Lineas Montemayor

marzo 2, 2010

LAS LINEAS MONTEMAYOR

Alberto Híjar.

Carlos Montemayor reunió en su escritura y persona las líneas que lo habrán de sustituir separadas y sin el poder personal que ganó para estar lo mismo con la lucha armada que ofreciendo comentarios en Televisa, aceptando honores como el Premio Nacional de Literatura y Lingüística construyendo es poéticos con hablantes y escritores indígenas y practicando el canto operístico. En la mejor tradición liberal, hizo del periodismo un recurso de alerta contra el terrorismo y la violencia de Estado, problema que eligió tratar en su libro póstumo. Todo esto es mucho y nadie hay para recuperarlo solo.

LINEA 1.- El sentido erótico profundo de los pueblos irreductible a la melcocha redundante de la industria del espectáculo, concreta la traducción de Carmina Burana, esos cantos de los goliardos que Carl Orff redujo a la dimensión orquestal con singular éxito público. Pero el aire gregoriano de esta música profana da a entender una orientación mística y hasta eclesiástica que no corresponde a lo hecho por los monjes rebeldes que llenaron tabernas y plazas con sus cantos y recitaciones cargadas de festiva ironía y sarcasmo. Sarcasmo ante el autoritarismo de los monasterios, ironía para introducir el amor pagano entre el reconocimiento de los dones de la naturaleza como creación de un dios incluyente del placer. Traducir Carmina Burana es plantear una línea práctica hostil a la inmolación martirológica constante en las organizaciones político-militares incapaces de imponer otra disciplina que la de las sectas religiosas. Sólo hay que ver las secciones poéticas de las organizaciones inspiradas en los usos y costumbres plañideros del peor romanticismo apenas interrumpido en el mejor de los casos por Roque Dalton a quien no acabamos de valorar. De aquí la importancia de asumir Carmina Burana como tradición popular profunda.

LINEA 2.- Los clásicos griegos y romanos siempre malversados como principio histórico de la Filosofía. Recientemente, León Portilla llamó al reconocimiento de los textos indígenas americanos para contradecir a los cursos de las escuelas de filosofía iniciados con el dedicado a los presocráticos y hasta Platón. Inferir de unos cuantos fragmentos toda la historia de la filosofía, europea por supuesto, es por lo menos exagerado. Criticar este falso pasado al fin colonial, hizo de Montemayor un hablante y escritor del griego y del latín y un crítico de Píndaro y Esquilo para deslindar y articular la poesía cósmica y humanista como fundamento del saber pleno. Internacionalista anticolonial, plantea esta línea como necesaria y no se ve quien la siga.

LINEA 3.- Los movimientos guerrilleros contra el Estado resultan en Montemayor novelista, periodista y activista por los derechos humanos, una respuesta al estatocentrismo histórico. Tanto la historia escolar desde la primaria hasta los posgrados como las vulgaridades conmemorativas disneylandizadas, hacen de la construcción del Estado-nación el fundamento de la historia nacional a pesar de las evidencias de la reducción del Estado a los intereses del contratismo globalizado. De aquí la importancia de la narrativa y la práctica militante como defensor de los derechos humanos por Carlos Montemayor tan caro para quienes aclaran la guerra de Independencia y la Revolución de 1910 como brillantes y decisivas acciones de guerrilleros insobornables, los mismos que Adolfo Mexiac significa en el gran grabado en caoba en el vestíbulo de la Cámara de Diputados cerrado para impedir la entrada del pueblo organizado. Oponer a la propaganda televisual malversadora del mural como historia carrancista y contrarrevolucionaria es una de tantas urgencias de la línea histórica necesitada de crítica a las ideologías estatistas kantianas y sus secuelas de pueblo sin historia obligados a someterse a los Estados fuertes.

LINEA 4.- Poesía y canto irreductibles a la operística y a la ensoñación sin más, adquieren en la obra total de Carlos Montemayor una dimensión popular transformadora del lenguaje para sacarle todo el jugo placentero. Totalizar al Universo, apropiarse de lugares y personas lejanas en la geografía, es un recurso de crecimiento personal que recuerda la entrañable relación de Marx como Heine y con los novelistas y poetas para incluir en las reflexiones sobre el capital, la precisión profundizadora de los escritores sin pretensiones teóricas pero con una gran capacidad de apropiación de la vida compleja, natural, libertaria y por tanto, incluyente de los decires de los escritores en lenguas indígenas.

No hay candidato a la suplencia de Carlos Montemayor. Habrá que ver si podemos construir relevos colectivos porque si no, también en esto quedaremos a merced de poetastros y escritorcetes de Estado. De aquí la importancia de las líneas Montemayor como punto de partida de un programa cultural revolucionario.