El escándalo de los documentos

EL ESCÁNDALO DE LOS DOCUMENTOS.

Alberto Híjar.

Andan inquietos los reporteros. Se sienten rebasados por la rapidez en la sucesión de escándalos que vuelven obsoleto su trabajo. Ahora es la huida a Estados Unidos del productor de Survivor indiciado por el asesinato de su esposa en Cancún de donde viajó a Mérida en libertad sin más resguardo que el del Consulado yanqui. Mañana quien sabe que pase y en la reserva está el previsible caso Fernández del que nadie argumenta la consigna de no informar para no interferir las negociaciones que se suponían prohibidas. Pero como todavía hay clases sociales, también hay excepciones ilegales permitidas, todo lo cual vuelve muy difícil el trabajo periodístico, sobre todo cuando hay dependencias del Estado y de los grandes consorcios.
Todo esto es la introducción necesaria a una nota de primera plana de El Universal del 19 de mayo denunciando el estado desastroso de los archivos de la danza en México a resguardo del Centro con sede en la Torre de Investigación del Centro Nacional de las Artes. En cajas de cartón amontonadas están los documentos que debieran ser manejados como tesoros, dice el osado periodista. La nota ignora el mal de origen en edificios construidos a marchas forzadas para que Salinas los inaugurara como fin de su sexenio presidencial. Sin consultar a los usuarios, las escuelas y los centros de investigación carecen de espacios adecuados y de un absurdo formalismo que obliga a los especialistas a improvisar. La biblioteca, por ejemplo, carece de lugares para preservar los fondos documentales y no hay un espacio reservado para objetos con valor especial.
Nada de esto quiere decir que los investigadores y el personal técnico que facilita su trabajo, sean irresponsables. De aquí la indignación de César Delgado, periodista como necesidad social asumida, para acompañar sus investigaciones y volverlas denuncia como en el caso de la campaña ¿Dónde está Nellie? a propósito de la desaparición de Nellie Campobello que en realidad estuvo secuestrada por quienes la despojaron de todos sus bienes y se beneficiaron de la obra de una de las ejecutantes y promotoras principales de la danza en México. César Delgado, investigador del CENIDIN, es un caso ejemplar porque sus investigaciones han beneficiado a lugares tan lejanos como Nayarit donde fundó una escuela de danza y ha hecho un catálogo de artistas visuales. Con el buen uso de los archivos del CENIDIN ha publicado de un año para acá, una monografía sobre Patricia Aulestia, la bailarina ecuatoriana con una importante aportación a la danza en Chile, Ecuador y México y al proyecto de organización de los coreógrafos de América Latina. Organizar el encuentro entre los registros documentales en archivos especializados y los acervos personales, contribuye a la socialización necesaria de la investigación histórica. Si los documentos están en cajas de cartón es lo de menos si pasan de ser una revoltura de papeles a archivos ordenados y protegidos con cubiertas resistentes para su resguardo donde no los deteriore la humedad y el calor, condición lograda en los improvisados espacios donde están los documentos de cada uno de los Centros de Investigación del CENART.
César Delgado produce lo que en los informes para el control administrativo suele llamarse producto derivado o secundario. Como en el caso de los efectos colaterales de las guerras actuales, suelen ser tan importantes como el problema de donde provienen. Tal es el caso del Diccionario Biográfico de la Danza Mexicana, libro de consulta obligatoria para quien requiera datos exactos de personajes, grupos e instituciones de la danza mexicana puestos al alcance por la acuciosa labor de César Delgado. Claro que no todos los investigadores somos tan productivos, pero hay que citar a la excelencia en busca de emulación.
El periodista denunciante de lo que supuso mal cuidado, ignora los trabajos a los que dan lugar los investigadores. Tras la socialización propiciada por su publicación no siempre expedita, habría que juzgar el constante y desatendido trabajo documental. Esto está, por ejemplo, tras la excelente exposición de pinturas, bocetos y maquetas de los muralistas ignorados como Alva de la Canal, García Cahero, Fermín Revueltas, Jean Charlot, Javier Guerrero, Roberto Montenegro, Carlos Mérida, el doctor Atl, con obras localizadas por la investigadora Guillermina Guadarrama del CENIDIAP y con la buena acogida del Museo Mural de la Alameda. Algo de esto hay también tras la exposición de Helen Escobedo curada por Graciela Smilschuk, autora de una monografía de gran formato sobre la galardonada artista. Otro caso es el de la exitosa presentación de los murales zapatistas registrados por la investigadora Cristina Híjar para su presentación a la par del libro y la película Autonomía zapatista, otro mundo es posible en el Foro Internacional sobre Multiculturalidad de la Universidad de Guanajuato celebrado en Celaya entre el 19 y el 21 de mayo.
De modo que tras una denuncia sin comprensión de la totalidad productiva en la que se inserta, habría que ver el trabajo de quienes quisiéramos atención institucional para archivos y acervos sin lugar de resguardo como el de tantos y tantas trabajadores de la cultura y artistas con obra y vida de trascendencia histórica desatendida como Alberto Beltrán, Francisco Díaz de León, Fanny Rabel y una legión desaparecida con todo y sus aportes que ni con la celebración del centenario y el bicentenario merecen atención. ¿Quién salvará, por ejemplo, todo lo que tiene el vivo y lúcido grabador y pintor yucateco nonagenario Fernando Castro Pacheco?

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