Movimiento Estudiantil

MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
Alberto Híjar.
Mientras marchaban por el Centro Histórico contingentes estudiantiles y de organizaciones solidarias como el Frente Popular Francisco Villa Independiente y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y por el sur de la ciudad caminaban otros contingentes para terminar frente a la Rectoría de la UNAM y celebrar un gran concierto, en el Centro Cultural del Comité Pedregales de Coyoacán se realizó un coloquio frente a estudiantes y familiares acostumbrados a la autogestión desde que ocuparon el inhóspito territorio hoy totalmente urbanizado. Un profesor narró el desarrollo del movimiento a partir de la votación de la huelga en el Auditorio Che Guevara el 20 de abril de 1999. Explicó la importancia de la anulación del Reglamento General de Pagos que pretendió implantar cuotas como principio de privatización de la enseñanza superior. Quedó vigente en cambio la ingerencia del CENEVAL, una institución privada contratada por el Estado para evaluar la educación bajo criterios del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Funciona también aún la selección clasista para el ingreso al bachillerato y a la enseñanza superior mediante exámenes de admisión y cumplimiento de requisitos como el de terminar las carreras en un tiempo determinado, de manera distinta a como ocurre con quienes tuvimos que alternar el trabajo asalariado y las obligaciones familiares con el estudio. Poco se dijo sobre la reducción de turnos en la enseñanza medio superior para quitar la oportunidad de estudio a miles de estudiantes pobres.
Un joven instructor del Centro Cultural aportó su excelente testimonio sobre lo ocurrido el 15 de marzo de 1999 cuando el Consejo Universitario convocado por el Rector Barnés de manera de evitar la presencia de consejeros favorables al Movimiento, sesionó en el Instituto Nacional de Cardiología rodeado de guardias de seguridad que no pudieron impedir el acceso de los estudiantes alertas a esta clase de maniobras. Contaremos hasta veinte para que abran sus filas y nos dejen pasar, dijo el estudiante por el megáfono y para sorpresa de todos al llegar a diecinueve un guardia se hizo a un lado y fue seguido por todos. El narrador con dieciséis años de edad en aquel entonces venía desde Chimalhuacán como estudiante del CCH Oriente de modo que el largo camino y la tensión le exigía el uso de algún sanitario que vino a encontrar en una fonda cercana. El dato aparentemente trivial en realidad muestra la composición social de los estudiantes en lucha que fueron formados por las asambleas en donde por vez primera conocieron la democracia directa resuelta con toda la pasión que daría lugar a distintas corrientes pero que concretó un pliego petitorio de seis puntos: 1 Abrogación del Reglamento General de Pagos, 2 Derogación de las reformas de 1995, 3 Desvinculación de la UNAM con el CENEVAL, 4 Por un Congreso democrático, 5 Contra los aparatos de represión en la UNAM y 6 Reacomodo del calendario escolar.
Por mi parte agradecí la invitación en el enorme territorio pedregoso que el Autogobierno de Arquitectura reconoció al fundarse en 1977 como cúmulo de necesidades urbanas y arquitectónicas que había que solucionar para probar la praxis nueva en todo opuesta a la arquitectura para consorcios y para residencia de los ricos. Doña Fili recordaría los trabajos del Taller 4 para dotar de planos de las viviendas y cumplir con este requisito para su legalización. El Movimiento Estudiantil ha sido solidario desde siempre con las necesidades populares, de aquí la Asamblea de Padres de Familia y las guardias reforzadas por compañeros del SME, de SITUAM, unos pocos de STUNAM, de Chapingo, de la ENAH, de las Normales Rurales, de los Panchos Villas. Pero el Movimiento fue incapaz de consolidar estos vínculos en su afán de soberanía extrema que los llevó a desconfiar de todo mundo que no tuviera lugar como delegado al Consejo General de Huelga. Grave falla no resuelta por la Brigada Multidisciplinaria que a la par que relacionó estudiantes de diversas especialidades, orientó sus trabajos a comunidades campesinas y urbanas.
Recordé al Taller Ricardo Zavala donde nos propusimos discutir la Ley Orgánica y el Estatuto de la UNAM usualmente citados pero desconocidos. Ahí como en las asambleas existió realmente la Universidad por las relaciones entre especialidades diversas que a raíz del 68 fueron impedidas sistemáticamente con medidas como las rejas que dividen escuelas y el alejamiento geográfico de los Institutos y Centros de investigación con sus planes secretos apoyados por consorcios trasnacionales.
Hubo talleres abiertos a las comunidades y en especial los huelguistas en la granja veterinaria de Cuautitlán, repartieron diario la leche que antes y después nadie sabe a donde va a parar. Hubo conciencia de los peligros ante las golpizas, las desapariciones, los secuestros y la propaganda adversa acentuada por las televisoras más potentes y los caricaturistas más miserables que tomaron al célebre Mosh como figura emblemática por sus largas rastas y sus holgados pantalones. Nada dijeron de su excelencia académica con promedio de 10 a nombre de Alejandro Echevarría que al ser reconocido en un acto oficial tomó el micrófono para repudiar al director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales Fernando Pérez Correa y al autoritarismo característico de la Universidad más importante en América Latina. Lo grave fue que la evidencia de las arbitrariedades de la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario y los Consejeros Técnicos, todo bajo control de la Rectoría como los bien portados y sensatos profesores eméritos exigentes del fin de la huelga, no dieron lugar a la construcción necesaria de una nueva Universidad. Ni en 1987 ni en 2000 fue posible el Congreso al que las partes en conflicto habían accedido. El movimiento organizó precongresos pero las ponencias no fueron organizadas.
La llamada Generación X probó que tenía su respuesta combativa y produjo acontecimientos tan importantes como una consulta de la opinión pública que mostró el apoyo popular al Movimiento, mientras el Consejo Coordinador Empresarial, el Gobierno del Distrito Federal, el PRD empeñado en terminar la huelga para sacarle provecho electoral y una cauda de organizaciones efímeras como las Mujeres de Blanco que en grupos de no más de diez ocupaban un puente en el Anillo Periférico con ridículos llamados a tocar el claxon y prender las luces como manifestación de apoyo a Rectoría, fueron contradichas por las movilizaciones que alcanzaron una dimensión social insospechada con las jóvenes pecho al aire rojinegro y las consignas sexistas del orden de “sexo en cualquier posición, arriba ENEP Aragón” algunas de estas consignas autoritarias y contra la decencia de las familias conservadoras fueron coreadas otra vez en las movilizaciones.
Quedó claro que a pesar del final violento de la huelga con la ocupación militar de Ciudad Universitaria y los planteles periféricos y el encarcelamiento, consignación penal y expulsión de cientos de activistas incluyendo a los menores de edad lamentablemente abandonados por sus padres en las cárceles provisionales, la bandera de la educación pública gratuita sigue en alto pese a la privatización furtiva mediante cuotas especiales. La pregunta planteada en el coloquio en el Pedregal de Santo Domingo fue ¿es o no un derecho la educación? La respuesta exige la democratización horizontal probada en las asambleas y repudiada por el autoritarismo. Uno de los profesores llamó a tomar nota a quienes vienen ahora a concursar para el ingreso a la UNAM y el remate lo dio doña Fili al recordar que la historia la hacen los pueblos por más debilidades que aparenten.

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