PROHIBIDO CANTAR

PROHIBIDO CANTAR

Alberto Híjar.
18/08/10

Invitado por la Galería Autónoma que ha logrado preservar el vestíbulo y la escalera lateral del ruinoso Auditorio Che Guevara, León Chávez Teixeiro debía cantar el jueves 13 de agosto. Llegó a tiempo con sus acompañantes, sus instrumentos y un equipo de sonido. Un auto compacto de la vigilancia de Ciudad Universitaria los interceptó para comunicarles la extraña prohibición de no introducir los objetos necesarios para el concierto. Un viejo conocido de León ahora ocupado en la seguridad de CU le comunicó por teléfono móvil por primera vez lo cierto de la increíble prohibición. El grupo de músicos no daba crédito, volvió a acomodar todo en la camioneta y partió de regreso. Se sorprendieron por el seguimiento de la patrulla y más de que continuara fuera de CU. León paró el transporte, bajó de él y les preguntó por qué los seguían. Al no tener respuesta siguieron para ser interceptados por cuatro patrullas de la policía del Distrito Federal, los hicieron bajar, esculcaron todo, los amenazaron de ser culpados de drogadictos y al fin, los escoltaron hasta su destino. Decidieron regresar, consiguieron un automóvil y mientras unos entraban a pie hasta topar con sus persecutores, los otros metieron el equipo a la Galería no sin forcejear con quienes quisieron despojarlos del bajo eléctrico. El concierto se dio con sala llena, el pasillo y la escalera a cambio del Auditorio al que está prohibido entrar. La autonomía proclamada en el nombre de la famosa Universidad Nacional, fue ejercida por sus usuarios concretos.
El Auditorio Che Guevara recibió este nombre en una asamblea de 1968 a cambio del de Justo Sierra, fundador de la Universidad hace 100 años. Desde entonces, fue lugar de asambleas, conciertos, exhibiciones que prolongaron el cine-debate oficial de los domingos, mesas redondas y conferencias. En el fin del siglo XX, el Auditorio fue arrasado por la Policía Federal Preventiva cuando puso fin a la huelga más larga de la historia de la Universidad, sus butacas fueron arrancadas, la gran pantalla destruida y la sala de proyección tapiada, los servicios de luz y agua fueron destruidos. Después de un tiempo, varios grupos lo ocuparon, se quedaron a vivir en él y lo usaron como fumadero, cantina y recámara. No hubo manera de integrar un consejo que diera buen uso constante al lugar y apenas la Galería Autónoma se ha mantenido con actividades culturales dignas del estudiantado crítico y con participación eventual de profesores e invitados distinguidos.
Luego del 6 de febrero de 2000 cuando el ejército, la policía y unos señores muy serios de antejos negros ocuparon C.U. y todos los campus universitarios, fueron borrados todos los murales no registrados como patrimonio de la UNAM y empezó un proceso para recuperar el prestigio estatólatra de la UNAM. Después de lograr el reconocimiento de la UNESCO del campus originario como patrimonio de la humanidad, el Che quedó como el lugar incómodo. Las autoridades, las de dentro y las de fuera, intentaron un movimiento de estudiantes decentes con el lema El Che es de todos. Los de adentro aceptaron discutir y los restauracionistas no aguantaron las sesiones. Luego hubo un incidente con un narcomenudista asesinado en el estacionamiento y fueron desalojados los vendedores de libros usados, artesanías, mochilas y otras cosas al alcance de los estudiantes y profesores pobres.
A la par, el Teatro Isabelino donde nació CLETA en los setenta, fue negociado y convertido en un lugar que rememora el cabaret El Eco de Mathias Goeritz y su arquitectura emocional como él llamó a su juego de espacios. Quedaba Luis Cisneros que intentó un proyecto cultural distinto a CLETA hasta que fue remunerado e incorporado a la Dirección de Difusión Cultural de la UNAM con la encomienda de infiltrarse en el Che y poner en orden a los okupas. Fue repudiado y expulsado y entonces, los responsables de la seguridad decidieron que ni un acto más en el Che salvo conciertos de música andina. Esto no es un sarcasmo sino es real.
Prohibido cantar piezas de tan alta calidad poética y musical como la de León Chávez Teixeiro inclaudicable ante los guiños del mercado del espectáculo. En el Che cantaron Mercedes Sosa, Quilapayún, Inti Illimani, Daniel Viglietti, nació y creció el Tribunal Salvador Allende contra el rector Soberón que metió al ejército en la UNAM, hubo memorables mesas redondas y conferencias con Sánchez Vázquez, Villoro y otros del mismo calibre. La prohibición ilegal se da cuando inician los festejos del primer centenario de la UNAM.

Alberto Híjar

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