OPRESIÓN, REPRESIÓN, REVOLUCIÓN

OPRESION, REPRESION, REVOLUCION.

Alberto Híjar.

Aún hoy, las Escuelas Normales Rurales sobrevivientes de la debacle educativa, los Colegios de Ciencias y Humanidades de la UNAM y algunos institutos tecnológicos como el de Zacatepec de Jaramillo, conservan los murales de José Hernández Delgadillo con sus fuertes trazos diagonales y los altos contrastes rojinegros de puños alzados, rostros fieros y fusiles prestos. Algunos guardan inscripciones testimoniales de luchas populares que con las listas de colaboradores, señalan el afán organizador del maestro. Difiere todo esto de la carrera acomodaticia que pudo iniciar en 1961 cuando fue premiado en la Segunda Bienal de Jóvenes de París. Un gran cuadro, por tamaño y calidad no figurativa, pudo inclinarlo hacia la ruptura antinacionalista y trepadora favorecida por la cultura de Estado. Optó en cambio por el humanismo de Nueva presencia empeñado en organizar un expresionismo denunciante de los crímenes de Estado del vecino del norte y del opresor directo de la nación mexicana. De aquí su relación con poetas, actores y actrices, bailarinas y juglares diversos con los que recorrió tomas de tierras, huelgas, plantones para construir una poética con voz e imágenes solidarias del pueblo en lucha. La galería Edward Münch sirvió de base con asombrosas exposiciones colectivas ampliadas hasta los camellones vecinos. Arte Colectivo en Acción aún sigue y promueve la reproducción de la gráfica pictórica mural o no, lo mismo en libros de gran formato como el Códice Tlatelolco que en antologías de poesía del 68. A la par, el trabajador incansable encontró tiempo para exposiciones aquí y en otros países de América, Europa y en Estados Unidos donde cultivó entrañables relaciones con chicanos distinguidos. Sobreviviente del apañón en el Campo Militar No. 1, dejó murales, relieves y esculturas en espacios públicos y en 1967 el Instituto Politécnico Nacional expuso una visión retrospectiva de su obra. Procuró la formación del Partido Socialista necesario y ganó la postulación como representante popular a base de mantenerse en constante actividad político-cultural. No pudo realizar su proyecto postrero de escultura en su natal estado de Hidalgo, pero sus colegas siguieron su boceto para integrarlo a un parque público con las obras de todos ellos. Pintor excelente, desarrolló una gráfica de urgente aplicación a fin de humanizar espacios públicos y privados siempre solidario con la dialéctica vital de articulación de las urgencias sociales con la formación personal. Sufrió la destrucción de algunos de sus murales pero confió en la supervivencia de su obra, de su política solidaria, de su práctica de significación popular en lucha contra la represión, la opresión y la infamia. Por todo esto es justo reconocerlo en el Salón de la Plástica donde fue premiado, discutido, criticado y aplaudido como ahora, hasta la victoria siempre.
A raíz de su secuestro y segregación en el Campo Militar número 1, José Hernández Delgadillo pintó el cuadro mural Opresión, represión y revolución. El año 75 que acompaña a la firma fue aciago para los movimientos populares abatidos por la guerra sucia hasta el punto de volverse problema personal compartido con los poetas y juglares de Arte Colectivo en Acción, Leopoldo Ayala y Juan Alejandro. De aquí un corte en la composición del cuadro para dar a entender el hacinamiento ilegal tras rejas y recuadros. La rigidez de esta parte dedicada a la represión se vale de una especie de Tlazoteotl, esa divinidad fúnebre en este caso con cabeza de calavera, en cuclicllas y con un cadáver niño a los pies, todo entre franjas rojinegras y acentos blancos. La opresión es abstracta y dinámica, rememora un lazo, una cerradura, la cabeza de una bestia, otra yerta con trazos curvos arriba, sobre un azul oscuro y trazos rojizos que se prolongan en trazos de una cabeza de perfil con ojo desorbitado pero de boca cerrada ¿Se entiende? Sólo se abre la boca en la sección Revolución con la serie de perfiles después de los cuerpos tensos a manera de diagonales característica de la dinámica del maestro. Una frase con pequeña letra arriba de la firma, dedica la obra a los caídos del 68 justo en la hora sufrida donde es necesario probar que pese a todo, la lucha sigue. Sin recurrir al panfleto y con sus capacidades artísticas en pleno, Hernández Delgadillo reitera la necesidad de vencer.

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