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Al Fin Libres

noviembre 17, 2009

AL FIN LIBRES
Alberto Híjar

No puede ser casual la frase de Jacobo Silva Nogales en la conferencia de prensa del viernes 30 de octubre: “ahora los árboles son ustedes porque el monte también combate”, con el mismo sentido de la tesis del Comandante Marcial cuando los reaccionarios argumentaban sobre la ausencia de sierras en El Salvador y les dijo: “nuestras montañas son las masas”.

De aquí el sutil repudio ideológico al afán de los periodistas en busca de nota espectacular de exaltación al individualismo de quien redactó sus propios amparos y apelaciones. También Jacobo y Gloria, Gloria y Jacobo, al fin libres, se deben a lo que aportó la última vivandera del mercado como dijera Adolfo Gilly cuando la corrupción sandinista ofreció, como argumento de la tragedia revolucionaria salvadoreña, una mentirosa salmodia maniquea.

Por esto es necesario reconocer a quienes todo el tiempo participaron en la defensa. Elizabeth Silva Nogales cuyo rostro de estupefacción de los primeros meses luego del secuestro, la tortura y al fin la presentación, fue cambiando al paso de la energía acumulada lo mismo en la denuncia que yendo y viniendo de Almoloya a Chiconautla, a las exposiciones de Jacobo, a la gira por Alemania acompañando cuadros y poemas de Gloria, alegando con los magistrados en Acapulco, soportando revisiones infames para el ingreso al penal de alta seguridad. Su anciana madre enferma acompañó siempre que pudo. Con ella, el sobrino David con su saber jurídico acrecentado día con día para vigilar plazos, redactar alegatos, tramitar los pasos de una defensa sin pausa. La sobrina y el sobrino trabajando en Canadá con la hija refugiada y los grupos de la resistencia civil en México contra la impunidad y la tortura como el que así se llama. Los de Atenco todo el tiempo movilizados ante los procesos llenos de irregularidades, con La Otra Campaña, cuando el Subcomandante Marcos no fue autorizado para ver a Gloria en el penal de Chiconautla y hubo que gritar hasta hacerse oír en las celdas donde la presa política encontró un huequito para sacar una cartulina con la apresurada escritura de “P. P. Libertad”.

Enrique Ortega Arenas no dudó en revisar escritos, enterarse del proceso y acudir hasta Acapulco para explicar a los magistrados en dos ocasiones la urgencia de reparar la injusticia. Con el prestigio de sus defensas de presos políticos desde los 60 como Siqueiros y los ferrocarrileros y maestros, los 70 con uno de las Fuerzas de Liberación Nacional, Mario Falcón y otros del 68 y los que han seguido, Ortega Arenas fue la figura prestigiosa que entregó y alegó al lado de Elizabeth, David y un promotor cultural, escoltado por un estudiante habilitado como chofer, los resúmenes del caso, el último excelentemente preparado por la abogada Claudia Ortega con otro de un abogado en retiro. El abogado emblemático más veterano bromeó en su visita a Gloria sobre su parentesco inexistente que no impide la fraternidad solidaria.

Las exposiciones de los cuadros de Jacobo acompañados por los poemas de Gloria y sus propias presentaciones, no hubieran sido posibles sin los trabajos documentales de Maritere Espinosa, el apoyo de Irma López Tiol y los trámites para incursionar en la Sala de Arte Público Siqueiros del INBA, donde la solidaridad de su directora de entonces Itala Schmelz, la investigadora América Juárez y los museógrafos, hicieron posible la segunda exposición formal luego de la primera que el puntual documentalista Salvador Díaz y su compañera Odette Castelao, organizaron el las Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. La campaña “Dejen pintar a Jacobo” firmada por sus degustadores solidarios dio lugar a no menos de diez intercambios escritos donde Gobernación remitió de oficina en oficina sin responder jamás. De aquí el interés por las asombrosas pinturas y el principio de una colección atesorada por un generoso productor de testimonios de lucha libertaria. Parece casualidad la exposición en la Casa de la Cultura de Azcapotzalco, conmemorativa de los diez años de prisión, sorpresivamente inaugurada por Gloria y Jacobo a las pocas horas de la llegada de él desde Nayarit. En rigor, la coincidencia prueba la eficiencia de un alerta máximo constante.

En todo y por todo, otros abogados solidarios, periodistas alertas contra la injusticia, POR ESTO! dedicando el Suplemento Cultural El Unicornio a las pinturas, los poemas de Gloria, los escritos como el memorable “¿Por qué pinto?” y “Efectos Secundarios” y el texto sobre El Che en el aniversario cuarenta de su asesinato, compañeras y compañeros en las tareas grises que no se reconocen, instituciones enteras asociadas a movimientos populares con sus periódicos puntuales como Machetearte y la Agencia Noticiosa APIA de Cleta, “El Zenzontle”, los pobresores editores del Colegio de Bachilleres, Xeneque cantando las penas de Jacobo y Gloria en los transportes públicos, construyeron el monte protector que combate denunciando, protege y alienta.

De aquí el júbilo desparramado por tantos lugares al tener con nosotros a Gloria y Jacobo luego de diez años de prisión donde sufrieron de todo, ella hacinada hasta con doce reclusas en una celda, él sometido a los rigores de la alta seguridad exagerados en momentos en que fue despojado de todo: papel higiénico, cepillo de dientes, jabón, espejo, peine, pero no de la dignidad que apenas compartía en los cinco minutos telefónicos semanales cuando no se los prohibieron. En Nayarit, prohibieron a Jacobo hacer ejercicio en su celda.

La libertad, responde Jacobo, es ver a un niño, mirarse al espejo, sentir un árbol, un prado, unas flores. El monte no cede ante los taladores, se mantiene con el cuidado de todos los sabedores que hay más prisiones y prisioneros por liberar.

2 noviembre 2009

AMNISTIA NECESARIA

septiembre 17, 2009

AMNISTIA NECESARIA.

Alberto Híjar.

Un problema importante para los próximos diputados y senadores es el de los presos políticos. No supo doña Rosario Ibarra de Piedra, la emblemática buscadora de desaparecidos, impulsar una ley de amnistía en la Cámara de Senadores donde fue presidenta de la Comisión de Derechos Humanos. Su caso es característico de la resistencia civil porque comparece ahí donde hay conflicto y denuncia sobre derechos humanos violados, pero ni aún con su alto cargo llegó más allá.
Lo primero sería reconocer el problema como tal. La grave situación criminal en el Estado de México, Oaxaca, Chiapas y Guerrero incluye violaciones frecuentes a los derechos humanos. El Estado de México es el lugar donde han sido asesinadas la mayor cantidad de mujeres en el país y donde hay procesos penales llenos de irregularidades contra luchadores sociales como los del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra o contra Jacobo Silva Nogales y Gloria Arenas Agís a punto de cumplir diez años de injusta prisión. En Oaxaca, las consecuencias del movimiento de la APPO mantienen en prisión y procesados a decenas de activistas y el asesinato del periodista Brad Will no ha sido aclarado como tampoco las violaciones y asesinatos en la zona triqui; Loxicha es una región mártir. En Chiapas el acoso contra las bases zapatistas es constante y en Guerrero no cesa el hostigamiento contra campesinos. La defensa de los bosques y manantiales da lugar a constantes enfrentamientos entre las bandas bien armadas de los talamontes contra los campesinos organizados víctimas de la impunidad como en el caso de Zacacuautla donde la cooperativa El Ocotenco cuenta con procesos abiertos con testigos comprados y con la complicidad de autoridades corruptas que así contribuyen a minar la resistencia.
La militarización impone un estado de emergencia donde nadie está seguro y la Iniciativa Mérida con la visita frecuente de altos funcionarios de la seguridad yanqui, permite prever el desarrollo del pretexto clásico del combate al narcotráfico y el mercado ilegal de armas para infiltrar y hostigar comunidades y desarrollar una estrategia contrainsurgente de largo plazo con toma de rehenes sometidos a procesos penales interminables. El romance político entre los presidentes de México y Colombia favorece el paramilitarismo y las concesiones a la seguridad yanqui empeñada en evitar el asenso de gobiernos progresistas en América. Hasta los escritores son instrumentados como ocurrió en la Feria del Libro de Bogotá dedicada a México por segunda ocasión para rendir homenaje a Sergio Pitol, a Enrique Krauze, Pura López Colomé, Jaime Labastida y otros engendros de la República de las Letras. Más Colombia en México y más México en Colombia proclamaron los presidentes gestores de la militarización proyanqui.
Si a todo esto añadimos la parcialidad de la Suprema Corte de Justicia en defensa del fuero militar y la impunidad de criminales de Estado, tendremos un panorama circular donde el irrespeto a los derechos humanos genera descontento alimentado por la crisis imparable administrada a favor de los grandes empresarios y en perjuicio de los trabajadores más pobres. Sin ahondar en las raíces, las ramas y los frutos, un noticiero de Televisa compara la miseria extrema de Metlatonoc donde sigue sin llegar el apoyo oficial pese a la visita de Calderón, con el cuidado de los perros caseros en Garza García de Nuevo León donde hay una boutique para vestirlos en sus cumpleaños, bautizos y bodas y tiendas de alimentos bien surtidos para cuidarlos de la obesidad y otros males del ocio. Más de cuarenta pesos cuesta cualquier bolsa de croquetas especiales, igual a los que no tienen los campesinos habitantes de la sierra sin caminos asfaltados, sin agua corriente, sin energía eléctrica y sin servicio público alguno. Cuando además cuando suele ocurrir, llega el ejército o los paramilitares, los sufrimientos pueden acrecentarse con la aprehensión de algún familiar o con su desaparición forzada.
Del buen uso de la memoria y el olvido escribe Giorgio Agamben a propósito del proceso penal de Antonio Negri el famoso científico social. Anota que “en el año de 403 a.C., después de haber derrocado a la sangrienta oligarquía de Los Treinta, el partido democrático vencedor se comprometió bajo juramento a dejar de lado todo resentimiento”. Agamben explica que esto no tiene nada que ver con el perdón y el olvido sino con una especie de tregua en beneficio de todos. Esto procede para los gobiernos de Peña Nieto, Ulises Ruiz, Juan Sabines, Zeferino Torreblanca que han llevado el resentimiento hasta extremos intolerables como la condena a 113 años de prisión de Nacho del Valle de Atenco o la necedad de las tres humildes indígenas acusadas de secuestrar a seis militares armados hasta los dientes. Casos aislados, los llama el Secretario de Gobernación pero cuando la excepción ocupa el lugar de la regla como en el caso de Atenco, los Loxicha, los triquis, los mineros, los defensores de los bosques y el agua, parece necesario promover la derogación de las leyes especiales en contra de las garantías individuales para acompañarla con un desistimiento de cargos de los ministerios públicos para dejar en libertad a tantos y tantos procesados, tal como ocurrió en tiempos de López Portillo cuando hubo que salirle al paso al desprecio electoral que lo llevó a la presidencia sin contrincante. Luego siguió una Ley de Amnistía y con esto, la maniobra de administración de la memoria abrió la esperanza nacional. Bueno sería homenajear el bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia recuperando la tradición de liberar presos en los días patrios. Los nuevos diputados y senadores locales y federales bien podrían asumir esta urgencia.